Desde hace muchos meses me decía: “Tengo que salir ya de esta isla”. No me malinterpreten, la isla tiene su magia, pero a la vez puede tragar a uno. ¿Qué es exactamente lo que puede tragar a uno? La cotidianidad… Ella te puede hacer perder perspectivas. Mantener un rumbo fijo sin eventualmente alterarlo un poco con la curiosidad y lo que sea que nos llame la atención puede perdernos en un mundo que accidentalmente caemos en él sin tan siquiera enterarnos. De esto trata la vida, de cambios. Ella está en ello constantemente.
Con esto en mente, decidí poner mi vida en alto y emprender en un viaje hacia otro país, no para despejar mi mente, sino para ponerla en marcha. España sería mi destino. Mi novia había regresado hace poco de su intercambio en la Universidad de Puerto Rico, Recinto Río Piedras y pensamos que un viaje a su hogar y país sería una “buena movida” para que yo diera el “salto”.
Lleno de expectativas e ilusiones abordé un avión esperando regresar lleno de nuevas experiencias y sensaciones. Hace mucho tiempo no viajaba…demasiado para mi gusto. Tan pronto desbordé el avión y pisaba Madrid me di cuenta que estaba en otro mundo. Era otra cosa, otra gente, otro ritmo, otro aire. Siempre hay que estar muy dispuesto a conocer; a entender.
Visité la ciudad encantadora de Guadalajara, dónde la tranquilidad parece un detalle armonioso y liberador; en el sur de España en Andalucía visité Granada, donde intereso ir de intercambio. Desde el sur recorrí hasta el norte por la región independentista de los vascos en Euskadi, donde a pesar de ser parte de España se aprecia otra cultura. De grandes ciudades a pueblos muy pequeños y acogedores como Azuqueca y Zaorejas, ambos únicos y suficientes para enamorarte, como lo viví yo.
El mundo es inmenso, ¡es masivo! y más si venimos de una pequeña isla del Caribe. Lo más importante es que estemos dispuestos a vivirlo, comprenderlo, ver qué nos tiene que ofrecer exactamente. Las culturas y costumbres varían dependiendo del lugar donde nos encontremos y no siempre vamos a entender las cosas. Pero el mundo, visto del ángulo correcto, nos hace sentido a cada uno; de distintas maneras. Por esto hay que conocer, hay que salir, hay que viajar. Vivir en la cotidianidad nos pone en peligro de desolarnos en la monotonía y privarnos de conocer un mundo lleno de variedad y verdaderos encantos. Conjuraré una cita del libro De la vida de un tunante, que aplica maravillosamente a este escrito y resume el mensaje que estoy intentando exponer:
“¡Cuantas cosas desconoce el hombre que permanece en casa!” – Joseph Von Eichendorf.
Por: Christian Torres Febre, Estudiante Asistente
Facultad de Humanidades