Hemos de considerar en este ensayo el asunto del problema de género y de violencia hacia la mujer en Puerto Rico. No debe ni por un segundo confundirse este asunto como algo nuevo, sino más bien comprender que la violencia dirigida, directa o indirectamente hacia la mujer, es un asunto que ha podido perdurar diversas transformaciones sociales y culturales a través de los siglos hasta nuestros días. Por ejemplo, podemos referir al ensayo de Nemesio Canales, «Nuestro Machismo», escrito en el 1922, que sorprendería por la vigencia y por la lucidez que mantiene ese argumento a casi un siglo. A pesar del progreso de la sociedad, la posición de la mujer ha logrado avanzar muy poco, y aún no ha podido escapar de la garra de un sistema patriarcal; de una mirada machista insistente en la represión de la mujer. Es preciso reconocer que la represión de la mujer tiene en su naturaleza índole sexual.
Es decir, se caracteriza la represión del cuerpo sexuado y se manifiesta por «cosificar» a la mujer. Esto se da, aunque en diferentes contextos, tanto en la cultura occidental como en la oriental. Se ha vuelto común dirigir críticas negativas a la manera en que la mujer islámica es tratada en estos países. Pero, ¿Acaso no son «cosificadas» igual que la mujer lo es en la cultura occidental? A eso me refiero de la manera que el sistema patriarcal es quien dicta las normas de comportamiento para la mujer. Declara, el hombre, cómo la mujer debe de comportarse para que la misma sociedad mantenga una posición de poder sobre ellas; para que sea aceptada. Pero de esto, uno pensaría, que podríamos reconocer con poco trabajo el grado de discrimen fácilmente. Pero no, puesto que este discrimen y violencia que, dirigida hacia la mujer, opera y se filtra en nuestro día a día con una sutileza adormecedora que no permite que sea reconocida más que aplicando un cuestionamiento crítico severo y riguroso fundado en la sospecha de la heteronormativa de la sociedad. Es cuestión de reconocer que el discurso predominante ha nacido del centro del machismo y cómo se encarcela el cuerpo de una mujer a la conveniencia del hombre. La mujer no se puede vestir de manera «provocativa» puesto que puede provocar en el hombre a reaccionar agresivamente y, por consiguiente, el resultado de una tragedia a la mujer. Pero si se sobreviste; si se cubre de pie a cabeza, tampoco basta y es discriminada y acusada por ello.
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