Un proceso enigmático es aquel por el que todos pasamos, o por el cual muchos ahora mismo estamos pasando. Se trata de ser o haber sido estudiante de nuevo ingreso «PREPA». No entraré en detalles acerca de todas las hazañas y lecciones que se pueden llegar a vivir durante ese proceso, como por ejemplo: todo lo que puede ocurrir dentro de una larga fila por obtener una clase, la indecisión entre caminar o simplemente romper la dieta y comprar en el centro estudiantil, o casi perder la vida cruzando para poder llegar a Plaza Universitaria.

Hablemos de las miles de preguntas, específicamente de una que me surgió a lo largo de todo mi primer año durante los «famosos diez minutos» que tenía entre clases, para llegar desde el Edificio Sebastián González García (SGG) al Anexo Jaime Rexach Benítez (AJBR). Me cuestionaba una y otra vez «¿Por qué la IUPI?». En realidad, no sé si era producto del cansancio por tener que caminar tan rápido, si era el calor, si era la depresión que me causaba el saber que en cualquier momento alguien podía gritarme: «¡PREPA!» (Y ya ustedes saben el resto); pero una y otra vez me repetía constantemente «¿Por qué la IUPI?».

La Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras es una institución de prestigio reconocida a nivel internacional, el primero y más importante centro docente del país. A diario en nuestra hermosa universidad los profesores y el destino suelen ponernos retos que nos enriquecen, no tan solo ayudan nuestro rendimiento académico o nuestro intelecto, sino que nos estimulan a crecer en el ámbito personal y profesional. En donde a muchos nos inspira diariamente que el fruto del esfuerzo y sacrificio se verá reflejado en un futuro.

Porque hay una gran diversidad de personalidades y personajes que al principio nos pueden parecer subjetivamente «raros», pero con el tiempo son quienes se convertirán en nuestros amigos, panas, compañeros de clases, compañeros de almuerzo, compañeros de vida (novia, novio, esposa, esposo) o algunos en hermanos de otras madres para toda la vida.

Es por todo esto y muchas cosas más que a lo largo de esta temporera estancia iremos descubriendo ese secreto que ocultan las voces, expresiones y sentimientos de los rostros de todos los egresados cuando se les pregunta: «¿Por qué la IUPI?» a lo que, con orgullo y tono nostálgico recordando responden: «Porque esa es mi gran alma mater».

Por Cheliany P. Fernández